sábado, 29 de diciembre de 2012

Lapsus línguae


- Se equivocó de nombre.
- A veces pasa.
- Pero no había caído en lo mucho que jode.

 (Lapsus línguae, lat.: Error involuntario que se comete al hablar).

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Servicio discrecional



Volanderas, letras volanderas.


Una cafetería gélida de una estación de autobuses vacía. Último ómnibus, el nocturno. Toda la noche arrebujado en la cazadora, los ojos cerrados, pensando, sin saber qué hacer. 

Le quemaban los papeles en el bolsillo, aquellos que escribió mientras aguardaba la partida. ¿Por qué la partida si debía ser el reencuentro? ¿Por qué tenía aquello algo de despedida cuando nadie estaba en el andén? Y además, en todo caso, sabía que ella no era mujer de despedidas con pañuelo al viento; ella era mujer de recibir en el andén, con sonrisa y pupilas brillantes, no de lágrimas. Bien sabía que las lágrimas se las tragaba a solas.
Ella no estaría esta vez en la estación, no sabía de su llegada.

La cafetería aumentaba su desasosiego, ¿hay algo más triste y melancólico que una cafetería semivacía en una noche tan señalada?

El tipo de la barra lo mira con cara rara. Debe esperar que pida el sándwich “intercontinental” de la foto grasienta que pende sobre el mármol que amarillea. Descubre tras la cristalera a unos niños gitanos que cantan canciones sobre niños gitanos que venden pañuelos en los semáforos.

Y entonces lo piensa, era uno de esos días en los que lo que menos te apetece del mundo es esperar solo un autobús en una cafetería desierta. Lo único que él deseaba era quedarse en casa buscando alguna (quizás sólo una, la única) fuente de calor. Y era ella ese refugio, ese calor. Era eso lo que debía hacer, quedarse en casa. Ella era su casa. Pero para eso debía subirse a ese autobús, esa noche del 25, porque mañana tocaba trabajar. Regresaba sin avisarla. Los papeles escritos en la mesa de la esquina están en su bolsillo. Le queman. Porque saben a despedida. ¿Qué espera él? Añora su calor, su calidez, su mirada amorosa, su pasión generosa. Y sin embargo, sabe que esas letras volanderas son una despedida. ¿Por qué? No lo sabe. O no quiere saberlo. ¿Lo comprenderá ella? ¿Lo comprende él?

No duerme. La madrugada le pesa encima como los quilómetros que el ómnibus traga en la oscura noche glacial.


Entonces, como una ráfaga, lo piensa, ¿qué sentirá ella cuando reciba esas letras violetas escritas sobre humildes servilletas de papel? Y, sobre todo, ¿qué será de él cuando las lea?

Uol

domingo, 23 de diciembre de 2012

¡Feliz Navidad!

      
 Ya sé, ya sé qué me vais a decir, que esto de las fiestas navideñas es pura caca de la vaca, con su despilfrarro (porque aunque te aprietes el cinturón sigues gastando más que si no existieran), su estrés por elegir regalos no demasiado cutres y los menús pantagruélicos; su musiquita insufrible sonando en las calles, sus comercios llenos de dorados y espumillón, las horteradas varias, en fins... que sí, que sí..

       pero YO os deseo unas cosas...

que van a hacer muy feliz esta vuestra navidad.

Por ejemplo, os deseo...
                               
                   ...de cena de Nochebuena...
  ...para empezar...

                                     ... muslo trasero...   
                          


                          

                ... seguido de mordiscos de turrón...




...baño de champán...




 ...empacho de POLVORÓN...



                       ... chocolate de madrugada...





¿VERDAD QUE ÉSTA SÍ ES UNA FELIZ NAVIDAD?

BESOOOSSSSS y DISFRUTAD!!!!

Uol


 


miércoles, 19 de diciembre de 2012

La Venus



La primera vez que la vio, su profesor de arte le puso las manos en ambas tetas. La mitad de la clase se ruborizó y la otra mitad quedó fascinada.

− Ésta es la representación de la fertilidad, éste es el ideal de belleza de nuestros ancestros. He aquí una Venus.

Venus de Willendorf

Nunca había visto nada igual, era sorprendente. El profesor permanecía con las palmas de las manos sobre aquellas tetas desbordantes y excesivas, y las risitas eran ya ahora claramente perceptibles. La Venus oscilaba sobre la pantalla y en la calva del vehemente profesor se reflejaba lo que parecía un casco.

− Menudo peinado más moderno lleva, a base de trenzas −apuntó a mi lado Lou.

Pero mis ojos y los de toda la clase se fueron a la vulva, marcada y visible.

−  Podría representar la fecundidad,  la madre-tierra, quizás protegía a los campos y las cosechas. Hay quien opina que era una cazadora-recolectora, alguien con poder− el profe lascivo había soltado por fin las piezas.

− O una tía buena, ¡no te jode!− siseó Javi, y Lou lo miró despectiva.

− Parecen las peras de mi abuela − dijo Marcos, y media clase, que lo había oído, se descojonó.

− Pues no le extrañe, García, pudiera ser que los prehistóricos amasen estas formas voluptuosas como canon de belleza femenina, asociada a la maternidad. Perpetuarse era imprescindible en aquellas épocas tan azarosas y aciagas.

 Más bien amasasen casi ni se le escuchó a Fer.

− Le pones un bañador negro con cazos y es mi vecina la Mary –esta vez fue Pili la que se lanzó a opinar.

Pero yo seguía pasmado, no podía apartar la mirada de aquella mujer diminuta mientras el profe seguía dando detalles más técnicos de altura, tamaño y calidad de la piedra. Lou apuntaba todo a mi lado y me miraba de reojo.

− ¿Te pongo un babero? – se burló−. No sabía que te gustasen las gordas.

¿Qué podía explicarle? Había algo significativo que se me escapaba en aquella figura paleolítica, algo que llamaba mi atención como un enigma que no sabía resolver.

− Es llamativa −dije estúpidamente por salir del paso.

Lou me miraba burlona, con esos ojos que te atravesaban de cabo a rabo y volvían tu cerebro del revés, descifrando de paso toda tu información antes de que uno mismo supiese que estaba allí.

−Parece… –balbuceé a mi pesar− parece que inclina la cabeza, como mirándose  o como si se avergonzase.

− Quizás a pesar de estar despelotada, es tímida –me acabaron de taladrar las pupilas increíbles de Lou.

− Quizás su novio la esté mirando−me embalé. Quizás es su primera vez: se expone ante él. Y a pesar de lo que dice el columnas, no se siente poderosa y maternal, sino cohibida y sensual.

Me pareció percibir que las pupilas de Lou se dilataban, su boca se curvó casi imperceptiblemente. El corazón me dio un vuelco. ¿Y si…? Fue sólo unos segundos. Entonces ella atacó de nuevo:

− Claro, por eso aprieta las piernas y junta las rodillas, no vaya a ser que se le cuele dentro el maromo y le haga un bulto. ¡Tal que ahora, la Venus ésa!

− A veces da asco que lo resuelvas todo – mi voz sonó más dura de lo que pretendía. Sé que ella no lo hacía por joderme, es que no se le escapaba una.

Palideció. Le tembló la barbilla. Esta vez no vi sus pupilas, desvió la mirada hacia la siguiente venus esteatopígea.


A todos los que a los diecisiete (y a los… taitantos) 
 confunden timidez con soberbia.


domingo, 16 de diciembre de 2012

Atónito




¿Y qué tal mi ahijado?

Ya me pide una blackberry.

¿Tan pronto?

¡Puf! ¿Y Lucía?

Bueno, ya sabes, a veces se pone borde, pero estamos bien, como siempre.


¿Y qué sabéis de Carlos?

Ahora sale con un segurata.

¡Quién nos iba a decir que de los cuatro sería el que más iba a mojar el churro!




Atónito: adj. Pasmado o espantado de un objeto o suceso raro.


Uol