viernes, 27 de febrero de 2015

Turbia




Cuando traspasé el umbral de la sala de reuniones, él estaba sentado indolentemente en una silla giratoria, un codo alzado sobre el respaldo, la pierna cruzada, la mirada clavada sobre mí de esa manera...
Mientras hacía bailar la silla y seguía mi avance escrutándome, yo me imaginé toda una serie de cochinadas que le haría allí encima si se terciaba.

Uol
Palabra: Turbio-a.  1. adj. Dicho de tiempos o circunstancias: Revueltos, dudosos, azarosos. 2. adj. Dicho de la visión, del lenguaje, de la locución, etc.: Confusos, poco claros. 2. adj. Deshonesto o de licitud dudosa.

martes, 24 de febrero de 2015

Qué bonito sería...



 

Yo no tengo alas para decirte
mis heridas,
y en el cielo pasan nubes
del pájaro de nieve.
Amor, si tu dolor fuera mío
y el mío tuyo,
qué bonito sería,
amor, amar.


No tengo ventana para asomar
mi soledad,
y hasta los cristales del silencio
lloran silencio.
Amor, si tu dolor fuera mío
y el mío tuyo,
qué bonito sería,
amor, amar.


No tengo hoy ni ayer,
pero sí tendré un mañana
para volar.
Yo voy por las calles
con tu nombre
cerrado en mi puño.
Y voy arrastrando
una bufanda
con recuerdos
hacia el olvido.
Amor, si tu dolor fuera mío
y el mío tuyo,
qué bonito sería,
amor, amar.


Cabalgando la noche
se acerca tu nombre.

Yo no tengo llanto
ni caricias,
y en el aire
muchos abanicos negros
me anunciaron tu llegada.
Amor, si tu dolor fuera mío
y el mío tuyo,
qué bonito sería,
amor, amar.


Camilo Sesto: Amor, amar, del álbum Sólo un hombre (1972)

jueves, 19 de febrero de 2015

Carrusel activado


Y aquí estoy de nuevo, subida al carrusel de las emociones descontroladas, las ideas fantasiosas disparadas como por activación remota de mensaje hipnótico trasmitido por palabra clave bajo hipnosis. Sí, una jodienda. Porque estaba yo viviendo mi vida tan ricamente, sin ansias ni temores, con mi trabajo no del todo rutinario debido a factores externos siempre descontrolados, porque yo hacía y deshacía a mi antojo, porque voy o vengo según me apetezca, porque dispongo de todo mi tiempo hasta para permitirme el lujo de aburrirme media hora al día. Pero no, las estrellas no podían permanecer estáticas, los astros no podían seguir su órbita sin tocarme los bemoles. Y bastaron unas miradas desconcertantemente intensas, bastó un sencillo piropo ruborizado para que la noche pasase blanca, los ojos en el techo tratando de discernir si había algo más que una frase gentil. Y después llegó aquel gesto medio infantil de hacerme cosquillas en la cintura sin venir a cuento, y ya me dije, ah, no, no puede ser, es una señal, ¿cuántas más necesitas, Lou? ¿Es que te has vuelto boba de repente? Pero no podía ser, no, imaginaciones mías. No veas lo que no hay. Pero qué más daba si era cierto o no, ya subida al carrusel de las emociones descontroladas, ya dando vueltas y vueltas sobre mi caballito de madera, niña de nuevo, más alto mami, más alto. Boba insomne.  Pero, por qué, por qué iniciar este baile de futura derrota, por qué poner las tablillas del puente a mi paso si ya sé que se derrumbará, que la carcoma lo roerá antes de que pueda retroceder. Carrusel maldito, carrusel bendito. ¿Por qué pasar de nuevo por este infierno de la inquietud constante, ya mis tardes a la espera de mensajes, ya mi vida coartada por otra persona, por qué, carrusel maldito, por qué te accionas sin saber cómo atrapándome en tu giro, por qué?

Uol

(Y encima sin saber si es arbotante o contrafuerte ;P) 

Música: Wicked Game (subtitulado en español) by Chris Isaak.  

sábado, 14 de febrero de 2015

Sobre arbotantes y contrafuertes y los roles de pareja



Yo querría ser arbotante, pero me tocó ser contrafuerte.
Contrafuertes y doble arbotante 


En las relaciones de pareja -e incluso de amistad-  a uno le toca ser arbotante o contrafuerte. Cuando el arbotante y el contrafuerte se encuentran, encajan y forman el soporte de una sólida bóveda. Pero el cuento no suele ser así.



A veces hay dos contrafuertes y chocan y chocan y la nave no se eleva. En otras son dos arbotantes y no tienen asideros: se derrumban. ¿Y qué sucede cuando el contrafuerte quiere ser arbotante? ¿Y los que siendo arbotantes se empeñan en ser contrafuertes? Algo cruje, un arbotante no puede soportar solo el peso de una bóveda. Y aún es peor cuando el contrafuerte tiene que  esconder  que lo es (infinidad de mujeres)  u otros le atribuyen cualidades de arbotante. Y allá que se va a los altos, mordiéndose la lengua día sí, día no, fingiendo  que desvía las fuerzas desde el techo hasta la base del contrafuerte. Pobre fraudulento arbotante con mente de contrafuerte, siempre al borde del motín, queriendo llevar las riendas, simulando que no es quien soporta el peso de la construcción. 
Arbotantes y contrafuerte


¿Y qué decir del arbotante en el que han delegado el trabajo de contrafuerte (hombres, por ejemplo)? Temblando allá en la base, no soportan la presión que se le viene encima, siempre al borde del colapso, del ataque de nervios, de la huída escamoteada. 

Existen mujeres contrafuertes que, sabiamente, se han unido a hombres arbotantes; pero después quieren que ellos se comporten como contrafuertes y pasar ellas a ser arbotantes, algo que ni uno ni otro pueden hacer. Los temblores del edificio son continuos y los moradores de la edificación viven con el miedo constante al terremoto final que los sepultará. Es más fácil que el hombre contrafuerte encuentre a una mujer arbotante que darse de bruces la hembra contrafuerte con el macho arbotante que ella ansía. Porque las mujeres contrafuertes admiran las cualidades del contrafuerte, y ya hemos dicho que dos contrafuertes se estancan. Por eso muchas mujeres contrafuertes fingen ser arbotantes, para poder ser elegidas, pero también muchas otras, cada vez más, se pegan al muro, prescinden del arbotante y levantan solas su morada.

Contrafuertes adosados al muro

Algunos hombres arbotantes también fingen a veces ser contrafuertes, pero siempre acaban siendo elegidos por mujeres contrafuertes que los han olido, con lo cual el equilibrio de fuerzas es el correcto. Pero si el fingimiento es grande y se empareja con una arbotante, el conflicto está asegurado: un arbotante no será nunca el contrafuerte que la arbotante espera. Siempre el edificio inestable, inseguro. 

Existen leyendas que hablan de unos seres  que se convierten en uno u otro caso según con quien se tropiecen, porque su meta es levantar la iglesia sí o sí. Pero yo pienso que es una impostura, tienen alma de constructores hasta que un día aflora su verdadero ser. Suerte será si coincide con el que un día eligieron  para su obra. 

¿Y qué me decís de los ambiciosos contrafuertes que deciden erigir una catedral? Necesitan de un arbotante doble, uno sobre otro. Generalmente el primero lo necesitó para avanzar en la obra, y ahora que se encuentra en las alturas se hace con otro más joven y ligero para coronar la cima. Estos arbotantes van en paralelo y no se miran, porque si eso sucede, el derrumbe de la cúpula está asegurado. 

Contrafuerte con doble arbotante


Vista toda esta complejidad, ¿aún os preguntáis por qué se derrumban anualmente tantas iglesias?

En fin, para los que estáis erigiendo una bóveda y para los que ya la estáis soportando, ¡Feliz Día de San Valentín! :P
Uol 
¿Y qué sois, contrafuertes o arbotantes? 

lunes, 9 de febrero de 2015

Merengue




Merengue

Por fin había dormido profundamente.
Entré en el salón toda vestida de blanco, desde el pijama amoroso hasta las botitas peludas todo era blanco.
―¡Vaya! Pareces  un merenguito ―dijo él sonriendo.
―Pues ven aquí y merenguéame un poquito ―respondí soñolienta y poniendo morritos.

Existen hombres que captan muy bien el significado de las palabras inventadas.

Uol

Palabra: merengue. (Del fr. meringue). 1. m. Dulce hecho con claras de huevo y azúcar y cocido al horno.

miércoles, 4 de febrero de 2015

Don


Don del vuelo

Y ahora que desperté sin calendario
a las puertas de un cielo terrenal
qué vas a hacer conmigo si no atiendo a razones,
si me entregué sin más a la algarada
de esta felicidad sin qué ni fundamento,
si el saludo se me vuelve pájaro en la mano
y los ciento volando
hacen cola para posarse en mi ventana,
si me declaro en fuga
tras la eléctrica chispa que aguarda en el instante,
si hablo como quien canta
en las crines del pulso secreto de las olas,
amenazo arrastrarte en un alud de espuma
y mis dedos te cercan, antorchas navegantes,
y se te caen las hojas amarillas,
y al contacto tu piel prende en mi abrazo,
qué vas a hacer conmigo sino entregarte entera,
desarraigarte toda
hasta que a las raíces les brote el don del vuelo,
levar anclas, surcar la ingravidez
preñada de centellas, con las manos
tendidas al encuentro, ven conmigo,
con rumor de campanas sobrevolemos los jardines,
ha llegado la hora, vamos, ven
a conocer la risa de los ángeles.


Eduardo García : La vida nueva. Premio Nacional de la Crítica 2009 y VI Premio de Poesía «Fray Luis de León»