jueves, 21 de febrero de 2013

Desencuentros

      Siempre he temido los malentendidos. Una palabra callada, una llamada no efectuada o perdida, una carta extraviada, un mensaje borrado... pueden cambiarte la vida. Eso he pensado siempre, no sé muy bien por qué. O quizás, sí, quizás es porque tuve que tomar decisiones muy pronto en la vida. Pero ¿quién no? No parece muy significativa la causa.

Un malentendido te lleva a doblar una esquina que no pensabas cruzar; un malentendido hace que calles, ofendida, una explicación que lo aclararía todo; un malentendido desencadena que no admitas una excusa. Y ese malentendido se mezcla como una pasta con el orgullo, y esa argamasa provoca que ya nada sea igual.

Muy peliculero, lo sé. ¿Por qué nació en mí este afán? Repito que no lo sé, pero en los
films donde tal cosa sucede (que son numerosos debido al buen juego que da, cinematográficamente hablando) me paso la película recriminándoles mentalmente a los personajes ¡no, no, no hagas eso, dile aquello! Pero ¿por qué te callas?, vete allí, díselo… con una impotencia que me hace retorcerme en el asiento. Mis acompañantes me dicen, cuando después comentamos el argumento y yo insisto en su torpeza, es que si no, no habría historia. ¡Vaya gracia! Tu vida al garete para que el guionista tenga su historia.


Pero no todo es negativo: esta obligación de huir del malentendido y del desencuentro me ha hecho directa, todo lo directa que quiero ser, que suele ser mucho. Mis amistades me dicen que en realidad soy opaca como cortina de Velux, lo que sugiere que soy directa de quita y pon, es decir, cuando me interesa, ¡menuda novedad!

Supongo que lo que me inquieta es que en el malentendido hay una evidente falta de control de tus decisiones, ofuscados como estamos ante una situación que nos desborda.

La última película que me ha hecho pensar en esto es Pollo con ciruelas, de Marjane Satrapi y Vincent Paronnaud. (Este enlace remite a un vídeo de Días de Cine y habla de la peli)

Pollo con ciruelas, de M. Satrapi y V. Paronnaud


No va de tiros.
No va de finales felices.

Va de la vida, a veces se ríe, a veces uno se retuerce en la silla; a veces se llora, se ama, se sueña, se espera, se odia, se desprecia y se libera. Pero toda la obra tiene un toque de humor que la hace grata.

Aunque al final os preguntaréis como yo ¿Por qué ella no dijo nada?

Y responderéis como yo: ya todo estaba perdido. 
¿O no? 

Uol

16 comentarios:

  1. No creo en las casualidades pero tu post ha pintado en colores este momento preciso en mi vida,y la frase clave es "un malentendido desencadena que no admitas excusas. Y ese malentendido se mezcla como una pasta con el orgullo, y esa argamasa provoca que ya nada sea igual."
    Hace doce horas yo transité ese camino, en medio de la rabia. el dolor y el orgullo.... tal vez una explicación hubiera valido.... pero ahora creo que ya nada hubiera sido igual
    Un beso

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    1. Lo único que puedo decirte es que los malentendidos se deshacen hablando. No dejes que el sol se ponga sobre tu enojo. Inténtalo.
      Un abrazo animoso, Yara.

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  2. No he visto la película... Sobre los malentendidos coincidimos al 100 %. Yo los temo... Y mucho.
    Saludos.

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  3. A veces los sobreentendidos son más peligrosos que los malentendidos, aunque debo reconocer que no me preocupan especialmente ninguno de los dos.


    Lo de ser directa es muy relativo. Para algunos ser directo es llegar y plantar un beso o una bofetada sin mediar palabra, y para otros es utilizar metáforas incomprensibles para los demás. Entre los dos el espectro es muy amplio.

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    1. Torpe, es cierto. Uno mete más la pata con los sobreentendidos, yo al menos. Pero no duelen, como mucho uno se ruboriza.

      Y ya que tienes tan buen ojo, ¿en qué parte del espectro me colocas a mí?

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  4. "¡no, no, no hagas eso, dile aquello! Pero ¿por qué te callas?, vete allí, díselo…" Esas situaciones que vemos tan claras en una serie, una película, o incluso en personas de nuestro alrededor, es decir, cuándo las vemos "desde fuera", nos cuesta a menudo identificarlas cuándo nosotros mismos estamos involucrados en una (hablo por mí).

    Me apunto la peli. Sin duda es interesante. ¿Se ha estrenado en España? ¿O tendremos que esperar a que la pongan en La2?
    Un abrazo

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    1. Tienes toda la razón, Vlixes, cuando uno es el involucrado, la objetividad se pierde. Pero para eso están los amigos, para darnos un cristasol y ayudarnos a limpiar nuestra mala visión.

      Vi la peli en el cine. Ya ha llegado a provincias, jeje, pero, claro, si no la pillas a tiempo, te la pierdes.

      Intento no aconsejar sobre pelis o libros, cada uno tiene sus gustos. Los míos son muy heterogéneos, sobre todo en música. Aquí este film fue el motivo de la reflexión, y es por ello que la cito.

      Besos.

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  5. Los malentendidos son para temerlos, porque a veces pueden acarrearnos verdaderos disgustos.
    Afortunadamente, yo casi siempre he conseguido aclarar los míos.
    El problema de deshacer un malentendido es cuando te explicas, te aclaras y la otra parte no quiere entender. ¿Se llama entonces malentendido?

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    1. Se llama "ya-es-tarde-no-me-importa".
      Y hay que aceptarlo y recular, o seguir insistiendo un poco más.
      Difícil hacer lo segundo sin abusar. Pero ¿quién consigue ser tan equilibrado?
      Besos

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  6. me gustan las pelis, así, para reír y llorar, impredecibles, con sus equívocos, con sus desencuentros, como la vida misma, vamos. me la apunto.

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    1. Gracias por comentar, Raúl. No sé si eres de los asiduos que me leen en silencio o si eres un recién llegado, pero la peli a mí me encantó, aunque me dejó un regusto amargo, de esa amargura que te pide un dulce detrás, así que no es tan mala.
      Un saludo!!

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  7. Perdimos tanto... y no sé si podríamos haberlo arreglado hablando... ¡Creo que no!

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    1. No, a veces no tiene remedio. Pero prefiero constatarlo hablando. Quedarte con la duda es un peso muy grande, una piedra al cuello que arrastras por años.
      Un abrazo, ALz.

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  8. Hay malentendidos que se disuelven con una explicación... y otros que perduran en la memoria bien por orgullo o necedad...

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    1. Lo frustrante es cuando se descubre mucho tiempo después.
      Saludos, Manolo.

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